En el mensaje “La Zarza Ardiente” vimos como Dios habló a Moisés de una forma milagrosa. Y, aún cuando no sabemos con certeza, consideramos que Dios debió poner varias zarzas ardientes en el camino de Moisés y haberlo llamado de varias maneras durante su tiempo como pastor. Después de cuarenta años de soledad relativo, Moisés estaba realmente listo para oír.
Cuando Moisés se aproximó a la zarza y escuchó a Dios llamar Su nombre, el simplemente replicó “Aquí me tienes” (Éxodo 3:4). Moisés no tenía idea de como los momentos siguientes cambiarían su vida. Inicialmente, el no sabía que era Dios quien lo llamó. Pero Dios estaba trabajando, y la respuesta de Moisés fue señal de su disposición.
Sin embargo, aún cuando Moisés se acercó y estaba disponible, el no estaba aún preparado para escuchar el llamado de Dios.
Éxodo 3:5
“No te acerques más le dijo Dios. Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa.”
Las sandalias estaban en constante contacto con la tierra. Estaban continuamente pisando en la suciedad, y “otras inmundicias” dejadas por los animales. Era impensable permitir que algo tan sucio entrara en contacto con la tierra santa de la presencia de Dios. Este acto de reverencia era esperado – aún demandado – por Dios.
Nuestra relación con Dios debería producir gran seguridad; “En él, mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercarnos a Dios” (Efesios 3:12). Pero mientras nos aproximamos al trono, debemos siempre recordar que El es el Rey y el Creador de TODAS las cosas. El nos ha invitado a una relación íntima, pero nunca debemos intentar entrar en Su presencia con una actitud casual o una seguridad excesiva.
Si deseamos escuchar de Dios, debemos primero establecer un tiempo libre de distracciones – debemos ser capaces de ver a donde está El ardiendo y escuchar Su llamado. Luego debemos tener un corazón disponible que a diario clame “Aquí estoy!” Finalmente, debemos acercarnos en reverente y humilde sumisión.
La presencia de Dios demanda santidad, crea santidad…ES santidad! “Pues está escrito: ‘Sean santos, porque yo soy santo'” (1 Pedro 1:16). Sin la presencia de Dios, nuestras iglesias y hogares no son nada más que paredes y techos; y nuestras vidas no son más que vacíos caparazones de piel. Pero cuando le amamos y adoramos a El con todo nuestro corazón, Su presencia reside en nosotros y podemos vivir con propósito y dirección.
A través de la fe en Jesús nos hemos convertido en Su templo viviente. Quitémonos nuestras sandalias confesando y arrepintiendonos de todo lo que no es puro en nuestra vida, todo lo que ha sido ensuciado con inmundicias. Vivamos cada día y tomemos cada paso para darle honor a El; por que somos de El, y estamos pisando en tierra santa.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios
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