En el mensaje “El Señor es Dios – Siguelo” vimos como Elías fue usado para demostrar el poder de Dios y llamar a la gente de Israel de nuevo a una vida de adoración. Elías presenció los milagros y el inigualable poder de Dios mientras oraba durante su enfrentamiento con los 450 profetas de Baal; “En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja” (1 Reyes 18:38).
Después de esta incuestionable respuesta a la oración, Elías escaló a la cumbre del Monte Carmelo y oró por lluvia – no había llovido en la tierra por tres años. Una vez más Elías fue testigo de la milagrosa mano de Dios; “Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia” (1Reyes 18:45). Pero unos días después de estas grandes victorias espirituales, la Reina Jezabel prometió matar a Elías. Tan pronto como Elías escuchó la amenaza de la Reina, se atemorizó y corrió para salvarse hacia el desierto.
1 Reyes 19:4
“Llegó adonde había un arbusto, y se sentó a su sombra con ganas de morirse. ‘¡Estoy harto, Señor!’ protestó. ‘Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados.'”
Elías fue un hombre que habló directamente con Dios y que claramente vio Su tremendo poder; aún así, cayó en gran desesperación cuando enfrentó esta nueva adversidad.
¿Que hizo que Elías fuera tan frágil?, ¿Se había olvidado del poder de Dios?, ¿Tener esas victorias lo hizo quitar sus ojos de Dios y descansar en Su propia fuerza?, ¿O fue separado de la línea principal de ministerio? Cualquiera que fuera la causa, en un momento de gran victoria, Elías se volvió vulnerable; “He tenido suficiente, Señor.”
Cuando la vida es una batalla, debemos orar y “confiar en el Señor con todo nuestro corazón” (Proverbios 3:5). Cuando la vida esta corriendo fluidamente, debemos orar mas fuerte y confiar aún mas. Pero cuando experimentamos victoria y danzamos en la cima de la montaña – cuando comenzamos a sentirnos fuertes y “suficientes” – debemos orar como si el estar vivos dependiera de eso y descansar en el Señor como nunca antes. Nuestros momentos de gran vulnerabilidad a los ataques del enemigo llegan cuando comenzamos a pensar que ya no necesitamos la ayuda de Dios.
Señor, recuerdanos de nuestra necesidad! TODO lo que logramos es a través de la fuerza de Cristo; “separados de Mi, nada podéis hacer” (Juan 15:5). Y mientras Sus promesas se cumplen en nuestras vidas, preparémonos para un sostenido y constante caminar de fe. Mantengamos nuestros ojos puestos en Jesús y reclamamos la vida de devoción dependente. Permanezcamos en Su presencia y siempre cuidemonos de las victorias frágiles.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios