Cuando Dios llamó a Jeremías a ser un profeta, la gente de Jerusalén había estado viviendo en pecado por muy largo tiempo. Habían pasado 300 años desde que el reino de Israel se dividió; y sin importar los pacientes avisos de Dios, la gente continuó rebelándose y adorando otros dioses.
Dios finalmente le dijo a Jeremías que no resistiría más su continuo rechazo; “porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehová, mi misericordia y mis piedades” (Jeremías 16:5). Dios también dijo que debido de muchos años de rebeldía, la destrucción era certera; “He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría” (Jeremías 16:9). El después le dijo a Jeremías como responder al inevitable lloro y quejas.
Jeremías 16:10-12
“Y acontecerá que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué anuncia Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios? Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no guardaron mi ley; y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres.”
Este es un mensaje difícil. Dios se caracteriza por una extrema gracia y paciente amor…pero El tiene Sus límites. El no tolerará la continua desobediencia. Si declaramos ser hijos de Dios tenemos que tratar con el tema del pecado. Dios odia el pecado porque lo separa de los que El ama.
El pecado continuo y sin arrepentimiento ocasiona que perdamos nuestra habilidad de reconocer nuestro pecado. Es un cáncer que hace que nuestro corazón sea frío y tenebroso, incapaz siquiera de oír la convicción del Espíritu Santo; “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Romanos 1:21). El pecado nubla nuestra visión y nos hace desviarnos más y más del camino de Dios.
La gente de Jerusalén ya no podía reconocer su pecado – estuvieron delante de Dios en sus debilidades y valientemente preguntaron: “¿Que mal hemos hecho?” Ahora, estamos al borde de volvernos igualmente entenebrecidos en cualquier momento que fallamos en enfrentar nuestro pecado que siempre se mete en nuestras vidas. ¿Cuales actividades hemos comenzado a tolerar? ¿Cual comportamiento hemos comenzado a aceptar? ¿Cuales “enseñanzas” de los medios modernos hemos comenzado a recibir? ¿Cual pecado ha comenzado a llenar nuestro corazón?
Si nuestros ojos estuvieran realmente abiertos, estaríamos sorprendidos de ver que tanto nos hemos comprometido y lo lejos que nos hemos extraviado? Comprometamos nuestras vidas nuevamente a la santidad, pureza, adoración, y absoluto amor por Dios. Permitamos que su luz alcance cada área de nuestra vida. Arrepintámonos de nuestros pecados y rechacemos vivir con un corazón entenebrecido.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios
Gracias por tu explicacion de corazon entenebrecido