Durante el período del Rey Josafat (aproximadamente 860 AC), varios ejércitos comenzaron a invadir la tierra de Judá. Siendo los invasores muchos más, Josafat llamó a la nación a un tiempo de ayuno y oración para buscar la guía de Dios: “Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (2 Crónicas 20:12).
El rey necesitaba formular un plan. El era el líder responsable de la seguridad de su gente. El “plan” del Rey Josafat fue poner el destino de la nación completa en las manos de Dios. ¡Muchos vieron esa acción como un signo de debilidad, pero se necesitó gran fuerza para reconocer su impotencia – y aún mayor fuerza para saber hacia donde volverse y en Quien confiar!
Dios le respondió a la petición del Rey Josafat por ayuda a través de un Levita llamado Jahaziel.
2 Crónicas 20:14-15
“Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión; y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.”
Saber que nuestras batallas son de Dios es de gran confort cuando enfrentamos pruebas que parecen mucho más de lo que podemos manejar. ¡Pero hay más del cuento! Dios no le dijo a Josafat que solo se sentara mientras El ganaba la batalla, El dió instrucciones específicas de permanecer confiadamente parado frente al enemigo.
2 Crónicas 20:16-17
“Mañana descenderéis contra ellos;… {Pero}No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros.”
Es inevitable que nuestra vida contenga esas batallas – muchos de nosotros estamos enfrentando grandes batallas ahora mismo. Como todo lo que encontramos en nuestro caminar Cristiano, las batallas tienen un propósito. Muchas veces, el propósito de nuestras batallas es que comprendamos una verdad fundamental: “separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). ¡Alcanzar el final de nuestras propias fuerzas es la verdadera batalla – volvernos a Dios y confiar en El para cada paso de nuestro camino es la verdadera victoria!
Mientras confiamos en El con todo nuestro corazón y buscamos consejo en su presencia, El nos dirá a donde marchar y a donde detenernos. Firmemente continuemos cada día y rechacemos el desaliento. El está en absoluto control…porque estas SON Batallas de Dios.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios