La noche antes de ser crucificado, Jesús fue al jardín de Getsemaní a orar. El pensamiento de lo que sucedería en las próximas 24 horas causaba a Jesús un profundo conflicto; “Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Marcos 14:34).
Siendo Dios, Jesús sabía exactamente lo que iba a suceder y porque tenía que suceder. Pero siendo completamente Hombre, el pre-conocimiento del rechazo, el dolor físico y separación espiritual del Padre era casi insoportable.
Marcos 14:36
“Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.”
Jesús lloró y pidió que el plan fuera cambiado; y aún así, Su mayor deseo era que se hiciera la voluntad del Padre. Más temprano en Su ministerio, Jesús nos enseñó este mismo principio; “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:9-10). Aún con un completo entendimiento de lo que debía soportar, el único deseo de Jesús era glorificar al Padre recorriendo el camino que estaba puesto delante de El; “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4).
Este es el ejemplo que debemos seguir toda nuestra vida; debemos presentarnos al Padre, preparados para servir, y ser completamente despojados de nuestros propios deseos. Cuando le permitimos a El ser el único poseedor de nuestro corazón, El nos llenará con su Espíritu y cumplirá Su perfecta voluntad a través de nuestra vida. Cuando nuestra vida es ordenada y dirigida solo por Su voluntad, recibiremos bendiciones que traerán mucho más gozo que CUALQUIER deseo dirigido por nuestra carne.
Este es uno de los misteriosos “secretos” del caminar Cristiano. Fuimos creados para estar en compañerismo con Dios – para glorificarlo y disfrutar de Su presencia por toda la eternidad. Podríamos invertir la vida entera persiguiendo lo que creemos nos traiga una sensación de llenura, pero nunca estaremos verdaderamente contentos hasta que descansemos en Sus brazos y nos sometamos a Sus caminos.
¿Que copa se nos ha dado para beber; que “insuperable” barrera se nos ha dado para llevar? ¿Hemos estado preguntando, aún demandando, que sean quitadas de nosotros, o estamos rindiendonos a la voluntad del Padre y siendo determinados a glorificarlo en todo lo que hacemos? Lleguemos a Su mesa listos y dispuestos a servirle; pero lleguemos también con completa sumisión a Su plan perfecto. Solo así podemos completar el propósito para el cual hemos sido creados. Padre Celestial, dejamos nuestra vida completamente en Tus manos – dejala desarrollarse, no por nuestros planes, metas y deseos, sino de acuerdo a Tu voluntad.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios