En el mensaje “La Perfecta Voluntad de Dios” vimos que la voluntad de Dios es que vivamos una vida de agradecimiento y oración; una vida de contentamiento y paz independientemente de las circunstancias. También “la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación” (1 Tesalonicenses 4:3). Estos son aspectos generales de la voluntad de Dios, dada a cada uno de Sus Hijos. Su dirección específica vendrá cuando obedientemente alineemos nuestra vida con Su voluntad…y esperemos.
Vivimos en una generación donde esperar es visto como una perdida de tiempo, pero aprendiendo a esperar es como crecemos: “pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:31).
Este es un poderoso y animador pasaje: si esperamos en el Señor seremos fortalecidos, se elevaremos como las águilas, y no estaremos cansados. ¿Pero que significa realmente esperar? No hemos sido llamados a “cargar la cruz de la Salvación” para que pudiéramos vivir nuestra vida sentados en un sofá. En lugar de eso, como creyentes en Jesucristo, hemos sido invitados a un viaje maravilloso por la vida – un viaje que a veces es difícil, pero siempre lleno de aventuras y propósito.
1 Timoteo 6:11-12
“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.”
Noten todas las palabras que indican acción: huye, prosigan, pelea, echa mano. Este es definitivamente un llamado a avanzar en nuestro viaje de la fe.
Entonces: ¿esperamos, o peleamos y echamos manos. Descansamos y esperamos en el Señor, o huimos y proseguimos? La respuesta es simple…si! Somos llamados a una vida de acción – a una vida donde “llevéis mucho fruto” (Juan 15:8) – pero debemos aprender a “actuar” mientras esperamos y confiamos en Dios para cada resultado. Debemos darle a El todos nuestros esfuerzos mientras nos mantenemos “en la vid” (Juan 15:4), y permitir que la vida de Cristo fluya a través de nosotros y produzca frutos.
Esto significa que debemos compartir decididamente el mensaje del evangelio, pero después esperar en Dios por la cosecha de creer. Esto significa que debemos buscar oportunidades y diligentemente prepararnos para el servicio, pero después continuar escuchando y confiando en El para que nos revele el camino que desea que sigamos.
Dios nos llama a una fe de completa confianza; una fe que produce la acción igual como la paciencia. Echemos manos y peleemos la buena batalla de la fe mientras aprendemos a esperar activamente.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios