Cuando Isaac tuvo sesenta años de edad, su esposa Rebeca dio luz a dos hijos. Esaú nació primero y fue seguido por Jacob; “trabada su mano al talón de Esaú” (Génesis 25:26). Esaú fue diestro en la caza mientras Jacob habitaba mas en las tiendas con su madre.
En los días de Esaú y Jacob, el primer hijo fue dado un honor especial que se llamaba la primogenitura. El hijo con la primogenitura recibía una doble porción de la herencia familiar igual como el privilegio del liderazgo de la familia. La primogenitura podría ser intercambiada, pero todas las futuras bendiciones relacionadas serían perdidas.
Génesis 25:29-32
“Guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: –Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. (Por eso fue llamado Edom.) Jacob respondió: –Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: –Me estoy muriendo, ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?”
Esaú fue un joven quien vivía “por el momento” y cambió su primogenitura por un guiso. El valoraba mas la gratificación inmediata que las futuras bendiciones, y exageró su necesidad inmediata para justificar una futura perdida. El gran cazador quizás tuvo hambre – posiblemente MUCHA hambre – pero ciertamente no estaba al punto de morir. Su decisión de ceder su primogenitura fue basada en las necesidades temporales que podía ver y tocar; y en cambio, perdió las bendiciones que eran mayores e invisibles.
Cambios parecidos se hacen hoy en día. Cuando un hijo rebeldemente se va de la casa, está cambiando una relación honrosa con sus padres por unas aparentes placeres y libertad inmediata. Cuando un esposo o una esposa persigue una relación afuera de su matrimonio, está canjeando la unión que honra a Dios por unas percibidas placeres de la carne. Y cuando fallamos de esperar al Señor con decisiones de nuestro trabajo, un traslado, una gran compra, o nuestra relación, hemos permitido que nuestra impaciencia se intercambia por la bendición de caminar en la perfecta voluntad de Dios.
¿Para cual guiso estamos cambiando hoy? Dios ha prometido una bendición por aquellos quien creen en Jesús como Señor y Salvador, por aquellos quien confíen en El por el perdón del pecado y caminan diariamente en Su luz. El ha prometido a liberarnos para vivir un vida de verdadera paz, propósito, y contentamiento; y una gloria eterna en Su presencia cuando nos morimos. TODOS los placeres mundanas pasarán algún día; “lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” (2 Corintios 4:18). Dediquemos nuestras vidas a la adoración y sigamosle obedientemente a dondequiera que nos guíe. Mantengamos nuestros ojos enfocados en lo eterno y NUNCA cambiemos la bendición.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios