En el mensaje “Cárgame” vimos como nuestro Padre Celestial desea que lo alcancemos con nuestros brazos abiertos. Consideramos el ejemplo de un niño buscando ser cargado por sus padres. Aquí es donde nuestra relación con Dios comienza y, en muchas maneras, es donde debemos mantenernos.
Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús, “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” (Mateo 18:1), El respondió con una severa reprensión; “si no os volvéis y os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). Los discípulos estaban discutiendo acerca de la “grandeza” eterna y Jesús dijo a menos que cambien ni siquiera entrarán en el Cielo! Obviamente, seguir a Jesús, escuchar Sus enseñanzas, y tener una creencia general no es suficiente.
Salvación, o como Jesús le llama, “entrar al Reino de los Cielos,” involucra completa sumisión que comprende nuestra inhabilidad de salvarnos a nosotros mismos. No podemos hacer nada mas que presentar todos nuestros “trapos de inmundicia” (Isaías 64:6) de nuestra vida y recibir la misericordia y el perdón de un Padre amoroso. La Salvación no es algo que crece y se consigue; en lugar de eso, es un regalo para el cual debemos someternos y recibirlo. Cuando entendemos el regalo, estaremos llenos de tal agradecimiento que nuestro único deseo será amarlo y hacer TODO para darle gloria y honor a El.
Mateo 18:4
“Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.”
Ser como un pequeño niño, dependendiente en Cristo, es necesaria para entrar en el Reino, pero continuar caminando en humildad mientras “crecemos” y “maduramos” es el deseo de Dios para toda nuestra vida. Estamos para ser hechos “conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Pero este era Su Hijo “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo…se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte” (Filipenses 2:6-8). Nosotros estamos siendo hechos conforme a Su humildad.
La gran tentación del “crecimiento” Espiritual es comenzar a pensar que tenemos todas las respuestas y desear establecer nuestro propio camino con nuestro propio set de reglas – nos volvemos adolecentes sabelotodo. Cuando esto sucede, debemos de inmediato, y con gran determinación, humillarnos a nosotros mismos y dejar morir nuestro rebelde orgullo el cual nos lleva a descarriarnos. Debemos “Fíarnos de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5). Diariamente debemos recordar el niño que realmente somos…y el niño en que continuamente necesitamos convertirnos.
Siempre debemos continuar creciendo y madurando. Debemos aprender más de nuestro Padre Celestial y Sus deseos para nuestra vida, caminar en fe y ser obedientes a todo lo que El nos manda. Pero también debemos recordar que mientras crecemos, debemos caminar en humildad y mantenernos como un niño.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios