Daniel fue uno de los primeros capturados por los Babilonios en el 605 AC. A su llegada a Babilonia, Daniel fue elegido para recibir tres años de entrenamiento especializado (así como comida y bebida especial) para prepararlo para el servicio en el palacio. Este servicio especial habría obligado a Daniel a violar las leyes de Dios, pero Daniel “propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía” (Daniel 1:8).
Sus convicciones tuvieron un profundo impacto en los que estaban a su alrededor – especialmente en sus tres más cercanos amigos que mas tarde fueron lanzados al horno de fuego por rechazar inclinarse ante una imagen de oro; “…sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3:18).
Daniel sirvió setenta años a los reyes de Babilonia y sus convicciones le ganaron el lugar como el más confiable consejero de todo la tierra. Cuando los Persas derrotaron a los Babilonios, el nuevo rey aún pensó “en ponerlo {a Daniel} sobre todo el reino” (Daniel 6:3). Cuando los otros oficiales se pusieron celosos, convencieron al rey de pasar una ley prohibiendo oración por nadie mas que no fuera el rey.
Aún cuando sabía que sería severamente castigado, Daniel se mantuvo en sus convicciones y oró a Dios tres veces al día. Por esta violación de la ley, Daniel fue lanzado al pozo de los leones; pero “Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones” (Daniel 6:22). Cuando el rey vio como Dios milagrosamente protegió a Daniel, el emitió el siguiente decreto:
Daniel 6:26
“De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos.”
Hubo muchas oportunidades para que Daniel cuestionara sus circunstancias. El fue tomado en cautiverio a corta edad, tentado con tratos especiales, despreciado por sus iguales, lanzado al pozo de los leones, y sirvió la vida entera bajo leyes extranjeras. Pero, sin una sola queja, Daniel continuó confiando en Dios y sirviendole sin compromiso. Al final, Daniel fue usado para animar a los Judíos cuando estaban cautivos y para acercar a la nación entera a una mayor reverencia a Dios. Corto tiempo después que el decreto fue emitido a 50,000 Judíos se les permitió regresar a Jerusalén a reconstruir el templo.
Historias como esta están distribuida a todo lo largo de la Palabra de Dios! Quizá no comprendamos nuestras circunstancias o no seamos capaces de ver el plan de Dios, pero si SABEMOS en que dirección nos esta llamando a caminar. Continuemos sirviendo y confiando con todo nuestro corazón. Vallamos por Su camino sin desviarnos a la derecha o a la izquierda. Sin importar nuestras circunstancias presentes, determinemos de una vez y para siempre darle una vida de convicción.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios