En el mensaje “Entrar al Campo de Las Misiones” vimos como Dios nos llama a ser sus testigos y “servidores de un nuevo pacto” (2 Corintios 3:6). Nuestro campo de misión se podría abarcar el planeta o estar enfocado en un pequeño grupo de jóvenes, pero nuestros ministerios son todos lo mismo – estamos para glorificar a Dios proclamando el verdadero mensaje del evangelio de Cristo con nuestras palabras tanto como las acciones de nuestra vida.
Permiteme comenzar diciendo primero, “Bienvenidos al ministerio!” Si tu has dedicado tu vida a seguir a Jesús, tu ESTAS en un ministerio a tiempo completo!! El trabajo en el ministerio puede ser extremadamente gratificante de la manera que compartimos la verdad y somos testigos de cambios reales en la vida de alguien que Dios ha puesto en el campo de nuestra misión. Sin embargo, el trabajo ministerial puede ser muy frustrante y desalentador siempre que olvidamos la razón de nuestro ministerio y apartamos nuestra mirada del Único al que estamos sirviendo.
1 Tesalonicenses 2:4,6
“Al contrario, hablamos como hombres a quienes Dios aprobó y les confió el evangelio: no tratamos de agradar a la gente sino a Dios, que examina nuestro corazón. Como saben, nunca hemos recurrido a las adulaciones ni a las excusas para obtener dinero; Dios es testigo. Tampoco hemos buscado honores de nadie; ni de ustedes ni de otros.”
Dios nos ha regalado y confiado el mensaje del evangelio, y debemos ministrar como un acto de obediencia a esta verdad y un deseo de glorificar a Dios con todo lo que hacemos. Cada vez que nos encontramos motivados por los resultados, o los elogios por nuestro esfuerzo, nos estamos programando para el fracaso y nuestro corazón ya no está pasando Su prueba. Dios a menudo nos bendecirá y confirmará que está en control dando frutos a nuestro ministerio, pero nuestro enfoque y motivación se debe mantener siempre en amar a Dios a través de nuestra obediencia. El llamó y debemos seguirlo por el resto de la vida – indiferente al resultado de cada paso individual.
Debemos servirle y confiar que Dios va a traer la cosecha en su tiempo; “porque la batalla no es de ustedes sino mía” (2 Crónicas 20:15). Estas son las batallas de Dios y en última instancia es Su cosecha. Nuestro trabajo es simplemente entrar al campo, arar, y continuar dispersando la semilla. Los elogios de los hombres van a ir y venir, pero el gozo de saber que Dios es glorificado por nuestra obediencia es firme e inconmovible.
Nuestros esfuerzos a veces podrían parecer inútiles y nosotros podríamos sentirnos completamente incapaces, pero debemos continuar – hemos sido “aprobados por Dios!” Nuestro amor y motivación por los demás podría tener un mínimo efecto, pero un pequeño codazo ahora podría desencadenar toda una vida de cambio. Una ofrenda de oración puede dar esperanzas renovadas y dar testimonio que la fe en Dios en tiempos de prueba puede suavizar un corazón al evangelio salvador de Jesús.
Mientras cada uno de nosotros entramos en el campo de la misión, Dios nos va a utilizar para cambiar las vidas de aquellos que El ponga en nuestro camino. Un día cuando estemos ante Su presencia, quizá podamos ver el verdadero impacto de nuestro servicio. Pero hasta que ese momento llegue, debemos continuar sirviendo y siendo motivados por la obediencia.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios