Mientras Jesús miraba a la gente depositando sus ofrendas en el tesoro del templo, se dió cuenta de una pobre viuda quien puso dos monedas que valoraban menos de un centavo.
Marcos 12:43-44
“Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Éstos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.'”
Este pasaje nos da un ejemplo maravilloso de la fe y como Dios tiene que ser Señor de nuestras finanzas – pero el mensaje es mucho más profundo.
Todos hemos sido bendecido en muchas maneras. Todos hemos sido llamados a ser buenos mayordomos, o administradores, de todas nuestras bendiciones. Y como buen mayordomo, tenemos que presentar o devolver todo a Nuestro Padre Celestial como una ofrenda de amor. Esto tiene relación con nuestros recursos financieros; pero también significa que debemos ofrecer nuestros dones, habilidades, talentos, y tiempo a Dios a través del ministerio y servicio a otros. Dios nos creó (el paquete completo de quienes somos) con un propósito. Tendremos que pasar un buen tiempo con Dios para determinar nuestro propósito, pero podemos estar absolutamente seguros que Dios NO nos ha bendecido para que pudiéramos avanzar con nuestra propia agenda egoísta!
Cada una de nuestras bendiciones, sin importar que tan pequeñas, son dadas para que podamos bendicir a Dios de regreso. Frecuentemente nos detenemos de involucrarnos en oportunidades de ministerio por que sentimos que nuestra “ofrenda” es insignificante – nos sentimos inadecuados para servir o que no merecemos contribuir verdaderamente al trabajo del Reino de Dios. Pero Dios nunca esta interesado en la magnitud de un regalo – El es, y siempre ha estado, interesado en y bendecido por la condición de nuestro corazón: “¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros” (1 Samuel 15:22). Cómo damos es mucho más importante de lo que damos.
Dios no necesita nuestro dinero ni necesita cualquier cosa que cumplimos o producimos. Pero El nos ama y desea recibir un amor y devoción completa que se da con nuestras ofrendas. Jesús fue bendecido por una viuda que dió de su corazón, aunque la ofrenda en si tenía poco valor terrenal.
Si queremos que nuestro servicio o ministerio tenga significado en los ojos de Dios, tenemos que enfocarnos en El a quien estamos dando en vez de enfocar en el valor delante de los ojos del hombre. Con nuestros ojos enfocados, tenemos que dar con todo el amor que hay en nuestro corazón. Si ofrecemos con un corazón puro, Dios recibirá nuestra ofrenda como una bendición verdadera. No existe las ofrendas sin valor o insignificantes cuando se dan de un corazón puro.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios