Varios de los últimos mensajes nos dan una oportunidad maravillosa para reflexionar en el regalo de vida que tenemos en Jesucristo. Jesús vino a la tierra para ser nuestro necesario y absolutamente suficiente sacrificio por el pecado. Su muerte en la cruz y Su resurrección de la tumba abre la puerta de la gracia para una eterna y restaurada relación con Dios para todos los que creen.
Antes de la Salvación, el Espíritu Santo nos atrae, revelandonos verdad a nuestro corazón. Somos “nacidos de nuevo” (Juan 3:5-7) cuando nos arrepentimos de nuestro pecado y ponemos nuestra confianza en el sacrificio de Jesús. En el momento del nuevo nacimiento, somos cambiados – hechos una “nueva creación” (2 Corintios 5:17) – por el poder del Espíritu Santo. En aquel momento, también llegamos a ser “coherederos con Cristo” en el Reino Eterno de Dios (Romanos 8:17).
Mientras comenzamos nuestro caminar con Cristo, de pronto nos damos cuenta que no somos quien eramos antes; “¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Corintios 5:17). El Espíritu de Dios ha comenzado un cambio en nuestro corazón que continuará por el resto de nuestros días mientras que estamos siendo “transformados según la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Algunos aspectos de este cambio son inmediatos cuando cadenas de pecados son rotas; pero otros tipos de cambios tomarán una vida para lograrlos.
Dios ha prometido que nuestra transformación será completa algún día; “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6). El continuará moldeandonos y formandonos – para quitar las duras orillas – hasta que nos paremos ante El y escuchemos, “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!” (Mateo 25:21). En aquel día, la gloria de Dios será completamente revelada en nosotros y entenderemos nuestra verdadera identidad en El.
Apocalipsis 2:17
“Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe.”
Dios sabe exactamente quienes somos; “Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos” (Jeremías 17:10). Pero El también sabe exactamente quien llegaremos a ser. Cuando nos paremos ante Su trono, El reconocerá nuestra completa transformación dandonos un nombre nuevo; pero cuando recibamos ese nombre, también recibiremos entendimiento completo de quien somos y como nuestra vida ha encajado en Su perfecto plan. Veremos el propósito de cada desvío y cruce en nuestro camino y veremos lo que realmente significa vivir en Cristo.
Hasta que llegue ese día, tenemos que confiar en El con todo nuestro corazón y permitir que cada aspecto de nuestra vida le de gloria y honra a El. Tenemos que buscar una coherencia con nuestra nueva identidad – con la vida que Dios desea que vivamos. No somos quien eramos, ni tampoco quien llegaremos a ser un día. Vivamos una vida transformada con grandes expectativas de la gloria que será revelada cuando nos paremos en Su presencia y recibamos un nombre nuevo.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios
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