No hay un ejemplo más dramático de una vida cambiada por Cristo que la vida del Apóstol Pablo. En su camino a Damasco para capturar Cristianos y ponerlos en la cárcel, Jesús dejó ciego a Pablo y preguntó: “¿por qué me persigues?” (Hechos 9:4). Cuando Pablo preguntó quién hablaba, Jesús respondió: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:5-6).
Jesús identificó a Pablo como “instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). Esta especial elección no hizo a Pablo perfecto, pero a él le fue dado el regalo de una relación cercana con Jesús, así como un especial entendimiento del mensaje del evangelio.
Pablo sufrió y pasó muchas pruebas durante sus años de ministerio. Su vida fue continuamente amenazada; fue golpeado muchas veces, fue puesto en prisión por largos períodos de tiempo y enfrentó la frustración de ministrar a personas que no apreciaban su mensaje. Y aún así, Pablo valoraba sus pruebas en la escala de la eternidad.
2 Corintios 4:16-17
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.”
Pablo aprendió “a vivir en todas y cada una de las circunstancias” (Filipenses 4:12). Esto implicaba saber quien era el en Cristo y ver su vida desde una perspectiva eterna. Esto le dio un nuevo entendimiento de sus problemas.
Nuestra vida no debe ser vista con un principio y un final, sino como verdaderamente eterna. Aún cuando a veces nuestros días en la tierra sean difíciles, nuestros días son muy pocos. Cien años son aún muy pocos en el lienzo de la eternidad. Y el peso de nuestras cargas parecen nada cuando lo comparamos a la gloria del Cielo. Este es el poder perdurable de una perspectiva eterna.
La paz de Dios y el contentamiento requieren que expandamos nuestra visión hasta incluir una eternidad que no podemos ver y una gloria que quizá no podamos comprender. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz” (Juan 16:33). Su paz está disponible ahora; está disponible en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestras finanzas, en nuestra salud, y en nuestro ministerio.
Permitamos al mundo ver nuestra confianza en Su promesa de eterna gloria por la paz que llena nuestra vida. Vivamos por la fe de una perspectiva eterna y seamos renovados mientras correctamente consideramos TODA prueba como ligera y momentánea.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios
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