Con frecuencia hablamos de la Palabra de Dios como la verdad absoluta según la cual debemos vivir. Nos Motivamos unos a otros a vivir sin compromisos y no dejarnos arrastrar por las tentaciones del mundo. Pero este tipo de conversaciones siempre implican un estándar para una vida Cristiana; y aunque odiamos admitirlo, un estándar implica reglas. !Oh, como estas palabras hacen a unos incomodos – y algunos hasta enojados!
Mucha de la enseñanza Cristiana que recibimos hoy en día está enfocada en el regalo de la gracia de Dios; “por gracia ustedes han sido salvados” (Efesios 2:8), y ésta gracia parece estar en conflicto con la presencia de reglas. Debido a que nuestros pecados ya han sido perdonados, y que “ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (Romanos 8:1), ¿como podemos hablar acerca de reglas o estándares o expectaciones?
Es absolutamente claro en la Palabra de Dios que somos salvados por gracia y que no podemos hacer nada para ganarla o mejorar nuestra Salvación – vivimos y respiramos bajo la gracia de Dios. Sin embargo, también es perfectamente clara en Su Palabra que existe un estándar de santidad, a la cual debemos intentar a alcanzar. El pecado se define en contra de un estándar y el regalo precioso de la gracia de Dios nunca permite el pecado!
Romanos 6:1-2
“¿Qué concluiremos? ¿Que vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde?”
Como hijos de Dios, ahora tenemos completa libertad; “pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2). Pero la libertad que nos ha dado es la libertad para clamar victoria sobre el pecado y vivir un vida pura y santa; “Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó” (1 Pedro 1:15). Nunca llegaremos a una santidad perfecta, nunca viviremos en acuerdo perfecto con los estándares de Dios. Y aunque nosotros los que pertenecemos a Jesús ya no somos bajo condenación, somos llamados a vivir libres del pecado.
¿Entonces por que luchamos? Primero, la santidad honra a Dios por que Dios odia el pecado. El pecado mata aquellos que el Padre ama – aquellos que tanto amó que mandó a Jesús para que muriera como sacrificio para pagar el precio del pecado. Dios odia el pecado y debemos odiar lo que odia Dios. Segundo, mientras luchamos por la santidad (recordando que nuestra lucha no contribuye a nuestra Salvación) veremos aún más claramente que tan lejos hemos caído de la perfección requerida por Dios. En la manera que luchamos, nuestro pecado llegará a ser aún más aparente y veremos, siempre con mayor gratitud, cuanta gracia y perdón nos ha sido dado a través de la fe en Jesús.
¡La Salvación es TODO gracia! Vivimos bajo Su gracia y nos han liberado de la ley del pecado y de la muerte; entonces, aprendamos verdaderamente de Su gracia, intentando seguir en Sus pasos y luchando por un corazón agradecido a través de una vida llena de una santidad llena de gracia.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios
*****************************************************