En el mensaje “La Roca de la Obediencia” consideramos nuestro llamado a escuchar Su palabra Y “ponerla en practica” (Mateo 7:24). De hecho, vimos que la obediencia a Su Palabra es un indicador de nuestra posición eterna en Cristo; “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos” (1 Juan 2:3).
La Salvación es un trabajo del Espíritu, la “circuncisión es la del corazón” (Romanos 2:29), para aquellos que creen en Jesús como Señor y Salvador. Este milagroso trabajo del Espíritu siempre ocasionará un cambio y siempre producirá un fruto. Sin embargo, debemos balancear esta verdad con el entendimiento que el cambio espiritual es un proceso que es en ocasiones dolorosamente lento. A cada nueva creación en Cristo le es dado el Espíritu Santo como guía, pero nosotros invertiremos el resto de nuestra vida aprendiendo quienes somos realmente en Cristo y como “andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25).
Aún el apóstol Pablo reconoció que su madurez Espiritual no era completa. El tuvo la extraordinaria oportunidad de recibir verdad y entendimiento directamente de Dios; “lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:13), pero él aún se sentía corto de la gloria de Dios y tuvo que esforzarse para alcanzar el lugar que Cristo deseaba para él.
Filipenses 3:10-12
“Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos. No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.”
Pablo sabía que el propósito de su vida era dar gloria y honor a Dios viviendo en la llenura y poder de su resurrección. El estaba destinado a vivir una vida sometida como el que nació “para una herencia incorruptible” (1 Pedro 3:4). Pero el también sabía que no había logrado completamente esa meta.
Al momento de la salvación, Jesús “tomó control” de nuestra vida. Cada día se nos da una nueva oportunidad de juntar las piezas y darle honor y gloria a El con TODO lo que hacemos mientras “proseguimos a la meta” (Filipenses 3:14). Nosotros no seremos perfectos hasta que no lo veamos cara a cara, hasta que “somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen” (2 Corintios 3:18); pero hasta ese momento, debemos perseverar en obediencia de alabanza, santidad y prioridades eternas.
No importa que tan difíciles son nuestras circunstancias actuales, que tan terribles los errores pasados o que tan sin esperanza aparenta ser nuestro futuro, el único paso bajo consideración es nuestro próximo paso. Debemos comenzar ahora a vivir como una nueva creación en Cristo que desea caminar en obediencia y glorificar su nombre. Después, debemos continuar caminando a través de una vida de transformación.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios