Parece que tarde o temprano todos somos maltratados y heridos. En muchas ocasiones las acciones en contra nuestra no son intencionales, pero en otras ocasiones pueden ser extremadamente maliciosas. Repentinamente este daño comienza a invadir cada area de nuestra vida. Llevamos una carga pesada que estamos concientes que no deseamos – y que ciertamente no deseamos mantener – pero es una carga que no parece que podemos dejar.
Solo hay una forma verdadera de liberar las cargas de nuestro dolor, y siempre comienza con el perdón. El verdadero perdón puede ser difícil y requiere de gran humildad. Nosotros queremos que la otra persona pida (o aún suplique) primero nuestro perdón. Nos gustaría que los demás admitieran el dolor que nos han causado; y si somos honestos, quizá preferiríamos que ellos sufrieran…solo un poco. Pero generalmente ninguno de estos es el plan de Dios.
Colosenses 3:13
“De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.”
Si nosotros hemos llegado a una fe salvadora en Cristo Jesús, en primer lugar nos enfrentamos cara a cara con nuestra naturaleza pecaminosa. Sin el entendimiento de que estamos llenos de pecado, nunca saldremos en busca de un salvador. Y si hemos experimentado el verdadero significado del Amor de Dios, “en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8), nosotros seremos obligados a perdonar a otros. Cuando realmente entendemos Su perdón de nosotros, es posible que podemos retener nuestro perdón para aquellos que nos han causado dolor?!
Jesús contó la parábola de un hombre que no pudo perdonar una pequeña deuda cuando su maestro le había perdonado a él una deuda mucho mayor; “¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía” (Mateo 18:33-34). ¿Entendemos realmente cuanto se nos ha perdonado?, ¿o nuestra inhabilidad para corresponder ese perdón? Aún así, nuestra deuda ha sido completamente perdonada por gracia a través de la fe en Jesús y ahora hemos sido llamados a perdonar a otros.
Dios estableció el estándar del perdón. Somos llamados a perdonar no porque alguien merezca o haya ganado nuestro perdón, somos llamados a perdonar simplemente porque Dios nos perdonó primero. Cuando perdonamos debemos perdonar en forma completa; “porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades” (Hebreos 8:12). Aunque podríamos llevar un nivel saludable de precaución mientras continua la relación, no debemos poner condiciones en mantener nuestro perdón.
Habrán tiempos en que estaremos cargados de dolor. Pero no busquemos revancha o intentemos cubrir o ignorar nuestros dolores. ¡Sigamos los mandamientos de la palabra de Dios y seamos libres! Crezcamos cerca de nuestro Padre Celestial y veamos a través de Sus ojos. Compartamos Su amor y perdonemos como El perdonó.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios
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