En el momento que entramos a través de la Puerta de Cristo Jesús, por haber creído en El para el perdón de nuestros pecados, dramáticamente alteramos nuestra eternidad; “Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo” (Juan 10:9). Nosotros una vez fuimos ciegos y destinados para una separación eterna de Dios, pero ahora “vemos” y pasaremos una eternidad como Su hijo en el Cielo. Después de pasar por la Puerta, Dios comienza a moldearnos “a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29), hasta que nuestro único deseo es traer gloria y alabanza a Su nombre para siempre.
A veces, este proceso puede ser doloroso. Puede doler cuando nos despojamos de las capas de orgullo y salimos del dominio de nuestra vieja naturaleza pecaminosa. Pero en la manera que perseveramos y logramos ver un poco de Su gloria, nunca volveremos a desear estar fuera de Su presencia.
Salmo 84:10
“Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogeré antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad.”
Un solo día en la presencia de Dios es mejor que mil días en cualquier otro lugar – mejor que CUALQUIER otra cosa que puede ofrecer este mundo. Si no creemos en esta verdad, no hemos estado todavía en Su presencia – todavía no hemos probado el dulce fruto de Su Espíritu. Y si nosotros creemos y hemos experimentado la alegría apacible de Sus atrios y ahora estamos consumidos y cargados con las pruebas de este mundo, entonces es posible que nosotros simplemente hemos olvidado que tan dulce y como nos puede satisfacer Su presencia.
Permitame parafrasear la segunda parte de este versículo: “Yo preferiría ser un simple vigilante en la casa de Dios para poder estar cerca a El que vivir como rey en la mansión mas grande pero apartado de Su presencia”. Esta pasión por estar en la presencia de Dios estaba grabada antes en el mismo salmo: “Anhela mi alma y aún ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmo 84:2).
Nuestro Padre Celestial anhela que tengamos la misma pasión en nuestra vida; “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza” (Salmo 100:4). Y si esta pasión se ha desvanecido debido a distracciones y obstáculos, entonces El nos llama a regresar.
Los atrios del templo santo de Dios ahora residen en cada creyente; “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16). ¡Su presencia esta disponible para nosotros ahora mismo! Sin importar que tan lejos nos sentimos, El está más cerca de lo que pensamos. ¡Entremos por la Puerta y llenemos Su templo con alabanza! Volvamos a una vida enfocada en una adoración apasionada. Tomemos la determinación de pasar cada momento de cada día regocijándonos en Sus atrios.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios
la palabra del Señor siempre es reconfortante
Tu explicación ha sido de bendición.