Su Suave Llamado

En el mensaje “El Lugar Santísimo” vimos como Jesús llegó a ser el sacrificio final por nuestros pecados. Cuando Jesús murió en la cruz, “la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mateo 27:51). La cortina, hasta ese momento, había formado una barrera para el Lugar Santísimo en el templo donde Dios residió con Su pueblo. Romper la cortina era una clara declaración de que cualquiera que cree en Jesús por el perdón de pecados ahora puede entrar a la presencia de Dios; “tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” (Hebreos 10:19).

¡Somos personas muy afortunadas! No desde Adán, ha tenido el hombre tanto acceso a la presencia de Dios. Ya no necesitamos un sacerdote con un sacrificio específico, y no tenemos que utilizar una oración específica – pero HAY una condición. El Lugar Santísimo de la presencia de Dios solo puede ser accedido por aquellos que lleguen a Jesucristo a través de la fe. Si nosotros deseamos la presencia de Dios, primeramente tenemos que abrir la puerta de nuestro corazón.

Apocalipsis 3:20
“Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.”

Aquí se contiene el gran misterio del plan de Dios para el hombre. El desea personas que reconozcan sus necesidades, que oyen Su voz, y que abren la puerta invitandole a El a entrar. Entonces El promete entrar y “nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón, como garantía de sus promesas” (2 Corintios 1:22). Este es Su soverano, majestuoso y glorioso plan.

La Palabra de Dios nunca indica que Jesús botará la puerta de nuestro corazón; El nunca esta pintado como soplando y soplando para derrumbar la puerta. Y El ciertamente NUNCA se metería a través de una ventana del lado! El simplemente y con paciencia se para en la puerta y toca – El dice, “¿Estoy aquí. No me invitará a entrar?”

Abrir la puerta involucra un entendimiento de quien es Jesús, Su relación a nuestra necesidad del perdón, y un acto de sumisión el cual libera control de nuestra vida. Podríamos oír Su voz por medio de algo que alguien dice o algo que leemos – podríamos oírlo llamando a la puerta cuando nos sentamos en el silencio – pero cuando lo escuchamos debemos estar dispuestos a abrir la puerta; “Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón” (Hebreos 3:15).

Muchas personas escucharan el llamado de Jesús, pero pocos abrirán la puerta. La mayoría pasaran una vida entera evaluando el llamado y analizando al que llama, algunos incluso pondrán algo de comida fuera de la puerta; pero pocos realmente reconocerán su necesidad de abrir la puerta. Invitémosle ahora y permanezcamos en comunión con El CADA día para toda la eternidad. Ahora, respondamos a Su suave llamado.

Tenga un Dia Centrado en Cristo!

Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios

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