A Quien Sacrificamos

Hasta el tiempo que Jeremías llegó a ser profeta, el pueblo de Israel había ocupado la tierra de Canaán acerca de 800 años. Aquellos años estaban caracterizados generalmente por un rechazo continuo de Dios – una y otra vez la gente se desviaron de Dios y abrazaron los dioses del mundo.

A través de Jeremías, Dios llamó a su pueblo a volverse y adorar a El como el Único y Verdadero Dios: “di todas las palabras que yo te ordene a todas las ciudades de Judá que vienen a adorar en la casa del Señor. No omitas ni una sola palabra. Tal vez te hagan caso y se conviertan de su mal camino” (Jeremías 26:2-3). Sus palabras reflejan el corazón de un Padre que anhela estar reunido con Sus hijos. Casi podemos sentir el corazón de Dios quebrantandose mientras cuenta a Jeremías de que tan lejos Sus hijos han caído.

Jeremías 19:4-5
“Porque ellos me han abandonado. Han profanado este lugar, quemando en él incienso a otros dioses que no conocían ni ellos ni sus antepasados ni los reyes de Judá. Además, han llenado de sangre inocente este lugar. Han construido santuarios paganos en honor de Baal, para quemar a sus hijos en el fuego como holocaustos a Baal, cosa que yo jamás les ordené ni mencioné, ni jamás me pasó por la mente.”

Cuando Dios sacó los Israelitas de Egipto, les advirtió acerca de seguir las prácticas de los pueblos locales; “No imitarán ustedes las costumbres de Egipto, donde antes habitaban, ni tampoco las de Canaán” (Levítico 18:3). Los valores de los de Canaán eran malos y en conflicto con el estilo de vida que Dios quería para Sus hijos. De hecho, en la manera que intentamos a seguir Su camino, descubriremos que Su camino siempre será en conflicto con los valores del mundo.

La gente escogida por Dios no solamente le dieron sus espaldas, sino que ademas se habían involucrado en una forma local de “adoración” que incluía sacrificar a sus propios hijos. Es casi como si Dios estuviera agitando Su cabeza con una triste incredulidad: “¿Como podrían desviarse tan lejos?” ¿Por supuesto, Me pregunto si Dios todavia esta volteando Su cabeza hoy?

A través de la fe en Jesucristo, nos hemos convertido en hijos de Dios y podemos disfrutar las bendiciones de una relación restaurada con nuestro Padre Celestial. También se nos ha dado la habilidad de ser bendecidos a través de relaciones de familia y amigos. ¿Y aún, con que frecuencia sacrificamos estas bendiciones a los dioses de este mundo? ¿Con que frecuencia seguimos las prácticas del mundo – con sus “reglas” por valor e importancia – y miramos mientras que nuestros hijos están sacrificados en el fuego del materialismo? ¿Con que frecuencia sacrificamos relaciones con nuestros seres queridos en los altares del orgullo egoísta o placeres lujuriosos?

Nuestro Padre Celestial nos llama a sacrificar; pero Su llamado es a un sacrificio completo de adoración para El; “ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Romanos 12:1). Este sacrificio involucra la negación continua de nuestra voluntad hasta “ser derramado como una ofrenda de libación” (2 Timoteo 4:6). Llevemosle a El nuestro mejor y adoremosle a El con una devoción completa y pura. Evaluemos nuestras acciones ahora y cuidadosamente consideremos que, y a quien, sacrificamos.

Tenga un Dia Centrado en Cristo!

Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios

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