En medio de una lista muy larga de genealogías, grabado en el libro de 1 Crónicas, hay unos breves versículos acerca de un hombre llamado Jabés quien era descendiente de Judá. Nunca leemos acerca de él otra vez, pero parece que Jabés estaba incluido en esta lista debido a su petición muy directa…y la generosa respuesta de Dios.
1 Crónicas 4:10
“Jabés le rogó al Dios de Israel: Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción. Y Dios le concedió su petición.”
Los pasajes acerca de pedir y recibir pueden ser muy difíciles para enseñar. Por ejemplo: “¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” (Mateo 7:11). Estos pasajes son llenos de verdades, pero el muy popular evangelio de la “prosperidad” los ha abusado para decir que Dios quiere que todos seamos monetariamente ricos y que solamente tenemos que pedir o repetir una oración específica. Aunque muchos siguen este tipo de enseñanza de prosperidad, es muy lejos de la verdad de Dios.
Pero es CIERTO que Dios quiere prosperarnos: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11). Y, El quiere que pidamos! “No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones” (Santiago 4:2-3). Dios tiene un plan para prosperarnos, pero frecuentemente no recibimos Sus bendiciones porque estamos pidiendo para satisfacer nuestros propios deseos egoístas o para protegernos contra temores mundanos.
También fallamos en prosperar porque no entendemos la definición de Dios de la prosperidad. Una prosperidad de Dios no tiene mucho que ver con las finanzas o posesiones, pero esta relacionado en gran medida con la paz y contentamiento. Una vida próspera es una que produce mucho fruto y cumple el trabajo que Dios nos ha pedido; “Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste” (Juan 17:4). Es muy trivial pensar que la prosperidad de Dios consiste en las riquezas de este mundo que se oxidan y desvanecen.
Una vida verdaderamente próspera comienza en acercarse (y permanecer) en la presencia de Dios. Sin permanecer en Su presencia, ni sabremos lo que nos permitirá prosperar; “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón” (Salmo 37:4). Mientras que nos acerquemos a Dios, El pone en nuestro corazón los deseos que dirigen a una verdadera prosperidad – entonces debemos pedir. Está en la petición, y en la esperanza de la respuesta, y en el proceso de esperar, en que ejercemos la fe y probamos que es real.
Pidamos a Dios que amplíe nuestro territorio – que incremente nuestra rueda de influencia en Su reino. Pidamosle que nos guarde en Sus brazos protectores, que nos de una abundancia de paz, y cumpla cosas maravillosas en y a través de nuestras vidas. Acerquémonos a El y con valentía pidamos una vida próspera.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios