Muy temprano en la vida (casi desde nacer) somos entrenados para ser exitosos de acuerdo a la definición de éxito del mundo. Somos llevados por metas y por logros desde el día que damos nuestro primer paso y montamos nuestra primera bicicleta. Mientras crecemos, se nos apresura para acumular conocimientos y “cosas” para probar nuestro éxito. En nuestro caminar Cristiano, Jesús nos llamó a una nueva definición de éxito – determinada no por lo que nosotros logramos, adquirimos o comprendemos, sino por nuestra simple y completa obediencia.
Los discípulos caminaron y hablaron con Jesús, y aún así enfrentaron muchos retos de fe y obediencia. Después de terminar una noche entera sin una pesca, Jesús llamó desde la playa.
Juan 21:6
“El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.”
Los discípulos fueron exitosos esa mañana. Pero debemos comprender que la gran cantidad de peces no definieron su éxito. Ellos habrían tenido éxito aún si las redes se hubieran mantenido vacías. Oh cuanto deseo que más en los ministerios se podrían comprender esta verdad! Los discípulos tuvieron éxito en el momento que fueron obedientes y echaron la red en el lado correcto del bote.
Mil años antes, el rey Saúl recibió la orden de “Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene” (1 Samuel 15:3). Pero Saúl le permitió vivir al rey de los Amalakitas y al mejor ganado. El trató de esconder su desobediencia diciendo que los becerros y las ovejas eran para un sacrificio a Dios: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).
En cualquier tarea que asumimos para Dios, es fácil desanimarnos por la aparente falta de éxito. A menudo nos sentimos inadecuados; y esos sentimientos crecen cuando nuestras metas parecen ser difíciles de conseguir. Pero debemos recordar: el resultado de la tarea es menor comparado con la obediencia. Casi no tenemos la habilidad para determinar como nuestros esfuerzos entran en el plan de Dios. Dios no necesita nuestros pescados! El puede cumplir Su plan con las rocas si El así lo decide; pero el desea nuestra deliberada obediencia y confianza. El desea una persona que lo ame con todo Su corazón, alma, mente y fuerza.
Quitemos nuestros ojos del hecho de cumplir con la “pesca” y lo que podemos producir. En lugar de eso enfoquémonos en dar cada paso de acuerdo a Su guianza. Amémosle con un corazón libre de distracciones y concentremos todo nuestro esfuerzo en obedecer Su llamado de echar las redes.
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios