Sé Limpio

El termino lepra, de la manera que se usa en la Biblia, realmente se refiere a una gran variedad de condiciones de la piel que van desde inflamaciones, hasta llagas abiertas, y varias enfermedades infecciosas; e incluye la verdadera lepra como la que conocemos ahora.

De acuerdo a la ley de Dios dada a través de Moisés, una persona con lepra era ceremonialmente impura y no se le permitía tomar parte en ninguna forma de adoración. Ellos debían vivir en aislamiento o gritar “Impuro! Impuro!” mientras caminaba acercandose a la comunidad (Levítico 13). Los leprosos eran estrictamente evitados puesto que aún el contacto accidental podía causar que una persona se volviera impura. Por ello, imagine la agitación en la multitud cuando un leproso atrevidamente se aproximaba a Jesús.

Mateo 8:2-3
“Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.”

Si, imagine la agitación cuando muchos de la multitud se esparcían para alejarse del camino del leproso. Algunos deben haber hechos llamados de alerta, otros haciendo severos reproches. Pero aún más importante, considere la fe de ese leproso mientras daba un paso al frente. Sabía que se enfrentaría al ridículo o burla, pero él había oído de Jesús y su fe lo impulsaba a la acción.

Jesús miró más alla de la fealdad de la condición del hombre y vio directamente a su corazón. En el corazón Jesús vio un hermoso hombre de fe buscando ser limpio – El vio un corazón que reflejaba el corazón del Rey David; “Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado” (Salmo 51:2).

Nuestros pecados crean una fealdad peor que cualquier enfermedad de la piel. El pecado causa que el hombre sea repulsivo ante Dios y lo separa totalmente de Su presencia. Pero cuando estábamos en este estado terminal, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

No importa que tan mal creamos que nos “vemos” – No importa cuanto pecado nos esta cubriendo y haciendonos impuros – Jesús ve directo dentro de nuestro corazón. Ninguna cantidad de pecado puede limitarlo a El de rescatar aquellos con un corazón arrepentido y el deseo de ser limpios.

Si hay algo ahora causándonos estar separados de la presencia de nuestro Señor – cualquier pecado del pasado, cualquier tentación presente, o cualquier falta de obediencia – debemos arrodillarnos ante El y buscar Su perdón. Otros podrían dar la espalda y no comprender, pero Jesús permanece listo para tocarnos amorosamente con Sus manos extendidas y decir, “Sé Limpio!”

Tenga un Dia Centrado en Cristo!

Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios

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