En el mensaje “Una Vida de Discipulado” consideramos la necesidad de ser constantemente discipulado y la importancia vital de discipular a otros, antes y después de la Salvación. El mensaje dijo: “recibir la Palabra, y aún el crecimiento inicial, no es la Salvación.” Muchas personas están dirigidas a decir una oración de Salvación sin tener un entendimiento del mensaje del evangelio. Pero, sin la verdad, nunca “nacen de nuevo” como creación nueva en Cristo. Entonces, enseñar la verdad del evangelio es la primera prioridad de discipular.
Muchos de nosotros hemos llegado a estar sobre-animados en nuestro deseo de arrastrar a otros al Reino de Dios. Todos debemos tener la pasión de ver salvos a aquellos que nos rodean de una fin de destrucción. Pero nuestro deseo intenso nunca debe causarnos arrastrar a otros “adentro” sin presentarles la verdad absoluta acerca de pecado y perdón. El pecado nos separa de Dios. Perdon es por gracia a través de fe en el sacrificio de Jesús. Sin estas verdades no hay salvación.
En la Iglesia, hemos hecho bien en crear una atmósfera cómoda y de bienvenida que hace la gente sentirse parte de la familia. Pero en el proceso, frecuentemente creamos un ambiente desastroso en la cual algún día pudríamos oír “‘Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:23). Todos debemos asistir a una congregación local, servir uno al otro en amor, y vivir una vida que se caracteriza por valores altos; pero nunca debemos dar aún la aparencia que estas actividades proveen una entrada al Cielo.
Juan 10:1,9
“Ciertamente les aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa por otro lado, es un ladrón y un bandido. Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo.”
Si intentamos entrar al Reino a través de cualquier otra manera que no es la puerta de Jesús, perdemos completamente la gloria eterna de Dios. Pudríamos creer que somos Sus ovejas – aún pudríamos parecer y sonar como Sus ovejas – pero en verdad, cualquier otro camino aparte de la sumisión total a Jesús nos hace como el ladrón y el bandido. “Yo soy el camino, la verdad y la vida –le contestó Jesús–. Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Nunca ayudamos “arrastrando” a alguien o permitiendo que se queden cómodos mientras están en el camino de destrucción. Tenemos que hablar la verdad y apuntar el camino a Jesús como la única puerta por la cual podemos pasar – el ÚNICO camino a la Salvación.
Cada persona que camina en esta tierra tiene que hacer una decisión acerca de Jesucristo. Asegurémonos de nunca arrastrar a alguien involuntariamente sobre la barra alta de la cerca sin presentarles la decisión real. Ministremos con amor y de una manera acogedora; pero proveamos el discipulado adecuado compartiendo claramente la necesidad de entrar por la puerta.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios