Cuando Jesús les dijo a sus seguidores mas cercanos, “vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19), El no estaba hablando solamente del evento único de la Salvación; El estaba refiriéndose a un proceso de por vida de “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:20). Este proceso de hacer discípulos comienza antes de la Salvación cuando se nos enseña de la verdad del mensaje del evangelio, y continua de la manera que somos “transformados según la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Esta necesidad está aclarada cuando Jesús explica la parábola del sembrador.
Marcos 4:14-20
“El sembrador siembra la palabra. Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos. Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría, pero como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella. Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto. Pero otros son como lo sembrado en buen terreno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.”
Alabado sea Dios por aquellos que están sembrando semillas! La Palabra de Dios nunca será recibida si no hay personas dispuestas a sembrar en las vidas de otros. Sin embargo, recibir la Palabra, y aún el crecimiento inicial, no es la Salvación! Recibir la Palabra y estar inicialmente animado puede ocurrir sin una convicción y ciertamente sin un cambio de corazón. Sin el alimento y protección adecuada – sin alguna forma de discipulado – la Palabra recibida morirá y nunca llegará a producir fruto.
El discipulado prepara el terreno y dirige aquellos que reciben la Palabra a un entendimiento verdadero como: “todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). El discipulado entonces ayuda a profundizar nuestras raíces y proveer agua para un crecimiento sostenido; enseña como reconocer y eliminar los espinos que ahogan y matan; provee los nutrientes necesarios para producir una cosecha.
Tenemos que comprometernos a ser discipulados a través de leer la Palabra de Dios, buscar a El en oración, recibir enseñanza bíblica, y estar en comunión con otros creyentes. También tenemos que buscar por otras plantas pequeñas que están empezando a crecer y discipularles mientras que “lleguen a conocer la verdad” (1 Timoteo 2:4).
Una relación verdadera con el Dios Vivo y Santo no es un evento único o una oración – es un compromiso de por vida. Busquemos hacia arriba por nuestro Padre Celestial y tendamos la mano hacia aquellos que El pone en nuestro camino. El mundo está buscando y la semilla que da vida está siendo sembrada. Alimentemos y animemos en cada oportunidad. La semilla sembrada solamente producirá fruto y vivirá para dar gloria y honra al Señor en la manera que cada uno de nosotros nos dediquemos a una vida de discipulado.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios