Después de andar con Sus discípulos por tres años, Jesús les dio el mandato de “vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19). Jesús les enseñó el mensaje completo del evangelio y reveló las verdades maravillosas acerca de nuestro Padre Celestial: “Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo” (Juan 17:26).
Los discípulos fueron bendecidos con un conocimiento asombroso de la verdad y ahora tuvieron la responsabilidad de llevar este mensaje a todas las naciones; “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:20). Este no fue un mandato nuevo. Hacia el principio del ministerio de Jesús, El enseñó acerca de la necesidad de compartir nuestra vida en Cristo con otros.
Mateo 5:14-16
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos.”
Cuando pusimos nuestra fe en Jesús por el perdón del pecado, “nos libró del dominio de la oscuridad” (Colosenses 1:13). Donde reinaba la oscuridad, la Luz de Jesús ahora reina suprema: “El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). ¡Recibir Su regalo de luz nos permita a ver Su camino y también debe iluminar el camino para que otros pueden seguir!
Que se nos halla dado la Luz de Cristo es una maravillosa bendición, pero este regalo viene con una responsabilidad real. Cada día Dios nos da oportunidades para compartir nuestra fe, a compartir nuestra luz; pero cuando nos quedamos quietos, cubrimos nuestra lámpara y privamos nuestra llama del oxígeno vital. No tarda mucho antes que la llama comienza a debilitar, parpadear, y morir!
¡Tenemos que mantener el fuego compartiendo nuestra fe! Como hijos de Dios, hemos llegado a ser “embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros” (2 Corintios 5:20). Aunque Dios no nos necesita para cumplir Su trabajo, El nos ha invitado (y nos ha mandado) a formar parte de Su plan maravilloso. El mundo estaba Espiritualmente oscuro cuando llegó Jesús y áreas de oscuridad permanecen hoy en día. Nosotros tenemos la responsabilidad, y el privilegio, de ayudar iluminar una pequeña esquina y hacer retroceder la oscurridad con nuestra luz.
Compartamos con fe la verdad de Jesús dondequiera que nos envíen. Cuando recibimos la Luz de Cristo, no debemos contenerla para nosotros mismos tanto como no debemos contener nuestra respiración una vez que nacimos (ninguno es muy saludable). Este regalo precioso, dado por gracia a través de la fe, viene con un mandamiento. ¡Debemos continuar levantando la Luz en alto y dejarla brillar!
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios