Es un gran privilegio ser parte de la creación de Dios. A través de la belleza de este mundo, tenemos el honor de poder ver “las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad” (Romanos 1:20). Cada planta y animal; cada montaña, valle o agua; cada estrella en el cielo y cada hombre, mujer y niño declaran la gloria de Dios y testifican de su majestuosidad. Y aún, tan glorioso como este mundo puede ser…no es nuestro hogar.
Filipenses 3:19-21
“Sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”
Cuando ponemos nuestra confianza en Jesús, El nos provee una manera para estar unidos con Dios y ser “adoptados hijos suyos” (Efesios 1:5). Somos adoptados por gracia y nos volvemos “conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,” (Efesios 2:19). Si pudiéramos tener aún un pequeño entendimiento del “Hogar de Dios,” mantendríamos mas flojas nuestras amarras con este mundo.
Abraham vivió su vida por fe. Cuando Dios llamó a Abraham a empacar todo lo de su hogar y moverse, el obedeció “y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8). Abraham nunca estuvo preocupado por su morada terrenal; el “anhelaba una patria mejor, es decir, la celestial” (Hebreos 11:16). Abraham honró a Dios a través de su fe mientras se mantuvo como “extranjero y peregrino sobre la tierra” (Hebreos 11:13).
Hemos sido puestos en el mundo con toda su belleza y con todas sus tentaciones. De hecho, cuando entregamos nuestra vida a Cristo, somos específicamente enviados al mundo con el propósito del ministerio; “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18). Pero NUNCA debemos identificarnos con los valores del mundo ni ser manejados por lo que este ofrece. Somos enviados al mundo, pero nunca seremos del mundo; “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:16).
Nuestro hogar esta definido como el lugar en donde nos sentimos mas cómodos; el lugar en donde guardamos nuestros tesoros y encontramos descanso para nuestra alma. Si somos hijos de Dios, nuestra morada eterna es el Cielo y debemos ser capaces de decir, “Toma todo lo que tengo pero dejame a Jesús y tendré suficiente!” Este mundo puede ser MUY hermoso y nuestras vidas deberian ser siempre una expresión productiva de adoración para nuestro Señor. Pero tenemos que siempre recordar que nuestra ciudadanía esta en el Cielo; y por todos los dias que caminamos en esta tierra, debemos caminar como si solo estuvieramos de paso!
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios