Durante la semana antes que fue crucificado, los líderes religiosos hicieron a Jesús muchas preguntas. Sin embargo, sus preguntas nunca las hicieron con el propósito de ser educados o para satisfacer su curiosidad – sino fueron hechas con la intención de encontrar fallas; “se fueron los fariseos y deliberaron entre sí cómo atraparle, sorprendiéndole en alguna palabra” (Mateo 22:15). Jesús contestó cada una de sus preguntas, pero El les advirtió a la gente acerca de la hipocresía de aquellos quienes quisieron atraparle.
Mateo 23:5-6
“Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos; aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas.”
La filacteria era una caja pequeña que contenía la escritura, la cual les pusieron en la frente o en el brazo para cumplir con el mandamiento de Dios según como fue dado a través de Moisés; “Grábense estas palabras en el corazón y en la mente; átenlas en sus manos como un signo, y llévenlas en su frente como una marca” (Deuteronomio 11:18).
Los fariseos siguieron estrictamente los mandamientos de Dios, pero también siguieron muchas reglas creadas por ellos mismos y “mejoraron” los mandamientos de Dios para hacerse sentir más justificados. Jesús nunca les regañó por seguir las reglas, pero puso en duda la motivación de sus corazones. Los Fariseos habían olvidado que el propósito de todo lo que hicieron era adorar a Dios y glorificar a Su nombre. Pero, ellos comenzaron a enfocarse en su apariencia externa de la manera que intentaron verse santos y obtener la aprobación de otros: “limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno” (Mateo 23:25).
Este problema definitivamente no es nada nuevo. Mas de 700 años antes, los hijos de Dios habían perdido su corazón por la adoración; “Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres” (Isaías 29:13).
Desafortunadamente, este problema todavía está con nosotros hoy en día. Hemos creado una lista de reglas y actividades religiosas que de alguna manera definen nuestra relación con Dios. Definimos nuestra “santidad” a través de nuestra asistencia en la iglesia, nuestros hechos en servicio, y aún nuestro tiempo que pasamos leyendo Su Palabra. Pero todas estas buenas y beneficiosas acciones no definen nuestra relación – no definen nuestro amor. Nuestro amor es, y siempre ha sido, definido por la condición de nuestro corazón, “La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” (1 Samuel 16:7). Todas nuestras acciones simplemente fluyen como una expresión exterior de la condición de nuestro corazón.
TODO lo que hacemos necesita ser motivado por un deseo de adorar y honrar a nuestro Padre Celestial. Nuestros actos religiosos significan absolutamente nada si no están acompañados de una corazón lleno de amor y acción de gracias. Lleguemos a ser adoradores verdaderos expresando nuestro amor por Dios en todo lo que hacemos y decimos! Nunca permitamos que nuestras vidas sean motivadas por la apariencia de santidad.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios