En el mensaje “Guardémonos de la Levadura” vimos como Jesús advirtió acerca de permitir aún un poco de hipocresía entrar a nuestra vida. Cuando comprometemos cualquier área de nuestras creencias, estamos en grave peligro de permitir que el compromiso se propague “Un poco de levadura leuda toda la masa” (Gálatas 5:9).
En los días de Jeremías, Dios advirtió a la gente de Jerusalén acerca de la destrucción que venía a menos que volvieran su espalda a lo malo; pero la gente se rehusó a escuchar y continuó en su pecado. Dios les dio muchas oportunidades para arrepentirse, pero ellos estaban cómodos en sus pecados y no tenían la voluntad – posiblemente ni siquiera podían – cambiar.
Jeremías 13:22-23
“Si dijeres en tu corazón: ¿Por qué me ha sobrevenido esto? Por la enormidad de tu maldad fueron descubiertas tus faldas, fueron desnudados tus calcañares. ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?”
Uno de los resultados más devastadores del pecado es que ocasiona la separación de Dios; y esta separación ocasiona que se debiliten las defensas contra la tentación. Desafortunadamente esto crea una susceptibilidad para promover el pecado…y esto da lugar a mayor separación. El ciclo de pecado y separación había continuado en Jerusalén hasta que el pecado fue visto como una conducta normal. La “levadura” fue mezclada en cada parte de la masa y ahora tiene “cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:2).
Necesitamos entender esta condición cuando estamos ministrando a aquellos que están perdidos. Para la gente sin Jesús es muy difícil (si no es imposible) reconocer su pecado. Lo que vemos nosotros como pecado, ellos lo ven como comportamiento normal sin necesidad de cambiar. En lugar de simplemente señalar sus pecados especificos, debemos compartir el amor de Cristo – Su propósito y su plan del perdon – y ayudar a conducirlos a la fe en el Salvador. Solo El puede crear el verdadero cambio; solo Su gracia puede revelar y remover el pecado.
Pero también debemos comprender ésta peligrosa condición en nuestra propia vida. ¿Hay pecado el cual estamos comenzando a ver como un comportamiento “normal” y permitiendo que entorpezca el gozo de estar en Su presencia? ¿Está nuestro pecado formando “manchas” que ahora llamamos ordinarias y aceptables? El pecado causa separación el cual nos conduce a pecar más…y separa más. Este ciclo debemos de reconocerlo y detenerlo!
Aún cuando podemos habernos distraído, toda anhelo de cambio es la convicción del Espíritu Santo que nos llama al arrepentimiento – llamándonos a responder ahora y no permitiendo que nuestra conciencia se cauterice. Debemos romper el ciclo del pecado y separación y volvernos a una vida que glorifique a nuestro Padre Celestial en TODO lo que hacemos. Nunca lleguemos a estar tan acostumbrados al pecado que desarrollemos las incambiables manchas de leopardo.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios