Su Fuego Consumidor

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El hielo se convierte en agua a una temperatura justo arriba de cero grados centígrados. Podemos considerar que el agua sea consumida mientras se evapora a cien grados centígrados. La madera debe ser calentada a una temperatura mucho más alta antes de ser consumida y el metal debe ser calentado aún más. ¿Me pregunto, cuanto más calor se requiere para finalmente consumir el resultado del trabajo de mi carne y consumir mi egoísmo y orgullo?

Hebreos 12:28-29
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

Cuando comenzamos a comprender el Reino que hemos heredado a través de Cristo, no nos atrevemos a entrar en Su santuario con nada menos que pura alabanza y adoración. Cualquier otra cosa que intentamos llevar es nacida en nuestra carne con un espíritu de orgullo. Si decimos: “Mira lo que te he traído mi Señor,” El simplemente lo convertirá en ceniza. Podríamos protestar: “Pero Señor, mira todo lo que he hecho por Ti!” y el calor será elevado hasta que todo lo que tengamos sea consumido.

¿Es nuestra mayor ambición tener un impacto en el mundo para Cristo? ¿Es nuestra motivación ser significante en los ojos de Dios o ser un punto clave en el avance de Su reino? ¡Cuidado! Aunque puede sonar muy bueno y tener la apariencia de agradar a Dios, estas cosas están concebidas en el orgullo y serán consumidas.

Verdaderamente no podemos llevarle NADA que valga la pena excepto un corazón puro; “todas nuestras justicias (son) como trapos de inmundicia” (Isaías 64:6). Nuestro mayor deseo (nuestro ÚNICO deseo) debe ser alabar y adorar al Rey a través de todo lo que pensamos, decimos, y hacemos. Todos nuestros esfuerzos por ser obedientes y producir buenas obras – toda nuestra motivación y ambición “en Dios” – debe fluir simplemente como derramada directamente de nuestra adoración.

Si aún estamos tratando de conquistar algo para Cristo, aún no nos hemos sometido por completo a Su liderazgo ni hemos encontrado el completo descanso en Su fuerza. Jesús vino a la tierra con todo conocimiento y poder, y aún caminó con absoluta entrega y sumisión; “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Juan 14:31).

Este es un reto diario, una de las más sutiles batallas entre el Espíritu y la carne. Mientras debemos seguir esforzandonos, debemos también recordar que Dios no necesita nada que nosotros produzcamos. El verdadero fruto que agrada a nuestro Padre Celestial viene solo si nosotros “nos mantenemos en la vid” (Juan 15:4), y le amamos con todo nuestro corazón.

El mismo fuego que un día consumirá todas nuestras buenas obras puede ser usado ahora para limpiar nuestro corazón. Vengamos a Su presencia y adoremosle con pura reverencia y admiración. Permitamos que cada deseo egoísta y cada fibra de orgullo sea quemada en Su fuego consumidor.

Tenga un Dia Centrado en Cristo!

Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios

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