Nada Se Puede Comparar

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En el mensaje “Llamar a Dios Mentiroso” vimos como la manera en que vivimos refleja directamente nuestra verdadera creencia. Si no obedecemos Sus mandamientos y confiamos en Sus promesas, no creemos en Su Palabra y hemos efectivamente llamado a Dios mentiroso. Pero mientras nos acercamos y nos entregamos completamente en Sus manos, aprendemos que Sus promesas no solo son verdad, sino que son mejor de lo que imaginamos.

Cuando Abraham tenía más de ochenta años, Dios le enseñó una lección de confiar en Sus promesas. Abraham se frustró con Dios porque no había nadie que heredara sus posesiones: “Como no me has dado prole, mi heredero será un esclavo nacido en mi casa” (Génesis 15:3). Pero Dios tenía otros planes e hizo una promesa a Abraham.

Génesis 15:4-5
“Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.”

Abraham esperó muchos años para que la promesa de Dios se cumpliera. Finalmente, cuando tenía cien años, nació Isaac. Y a través de Isaac vino Jacob, y a través de Jacob vinieron los hijos que formaron las doce tribus de Israel. Abraham estaba buscando a alguien para heredar sus “cosas,” pero la promesa de Dios le dió la nación entera.

Dios nos da muchas promesas ahora, pero todas ellas fluyen de la promesa inicialmente establecida por Jesús; “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). No debemos pasar con ligereza sobre estas palabras, porque ninguna de las otras promesas aplica hasta que creemos las verdades básicas.

No podemos movernos en la promesa de paz y contentamiento hasta que confiamos en la promesa de perdón a través de la fe en Jesús. Cuando comenzamos a entender el significado del regalo de la vida eterna, sabremos que nada que el mundo pueda ofrecer se comparará JAMAS a las promesas de Dios…y NADA perdurará. Este es el único camino a la verdadera paz. Si pudiéramos entender mejor y realmente creer, quizás invertiríamos menos de nuestro tiempo y esfuerzo en perseguir lo que no contiene ningún valor duradero – quizás podríamos tener menos ansiedad acerca de las cosas controladas por Dios.

Jesucristo derramó Su sangre como sacrificio por el pecado de aquellos que creen. Su promesa es mejor que cualquier otro placer mundano y pesa más que todas las pruebas del mundo; “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17). Mientras caminamos en este mundo, con todas sus atracciones y tentaciones, aferremos fuertemente a Su promesa y siempre recordemos que…NADA se puede comparar.

Tenga un Dia Centrado en Cristo!

Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios

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