Andar Humildemente

Setecientos años antes que Jesús caminara por esta tierra, el profeta Miqueas escribió algunas palabras dadas por Dios; palabras que hablan de lo que Dios espera de Sus Hijos.

Miqueas 6:8
“El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti? Sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios.”

Dios nos ama tanto que dió a Su Hijo para que fuésemos restaurados en El y recibiéramos el regalo de la vida eterna (Juan 3:16). Cuando comenzamos a comprender la llenura de Su amor y ponemos nuestra completa confianza en Jesús por el perdón de nuestros pecados, es natural preguntar: “¿Que requiere ahora de mi Señor?” Pero mientras buscamos en las Escrituras no encontramos ningún requerimiento adicional en nuestro caminar Cristiano que no estén resumidos en las palabras de Miqueas.

Mientras vivimos por fe, debemos “practicar la justicia” haciendo lo que es recto y justo; “todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios” (1 Juan 3:10). Esto significa que vivamos en integridad y que “Amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos” (Marcos 12:31).

Dios requiere que “amamos con misericordia” mostrando compasión y perdón por los demás; “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia” (Santiago 2:!3). Esto también significa que vivimos en continuo agradecimiento por la misericordia de Dios hacia nosotros. El entendimiento del misericordioso perdón de nuestros pecados debería impulsarnos a perdonar y a mostrar misericordia por los demás. Sin la misericordia de Dios estaríamos perdidos.

El requerimiento final es que “andemos humildemente” con nuestro Dios. La definición básica de la palabra humildad es: poner poco valor en “mi mismo.” Este no es un concepto muy popular en nuestra generación “yo-primero”. Somos entrenados para acumular, lograr, y levantarnos por encima de lo que nosotros creemos posible; pero Dios nos llama a someternos y caminar con Cristo continuamente exaltandole por sobre todas las cosas de nuestra vida; “Es necesario que él crezca, pero que yo mengue” (Juan 3:30).

La verdadera humildad es necesaria para una apropiada adoración y agradecimiento delante de Dios. No hemos hecho NADA para merecer la vida eterna y aún así la hemos recibido – fuimos hechos dignos y se nos dió valor sin haber hecho nada para ganar nuestra Salvación. Esto debería de producir un interminable río de adoración de nuestro corazón y hacer que estemos menos enfocados en nosotros y mas en las necesidades de otros.

Todo lo que tenemos y TODO lo que somos nos ha sido dado por un Dios amoroso que creó el Universo y nos aceptó en Su Reino por medio de la fe en Su Hijo. Demosle gloria con cada paso que damos – y con cada paso de fe, recordemos actuar con justicia, amar misericordiosamente, y andar humildemente.

Tenga un Dia Centrado en Cristo!

Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios

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