Motivados a Ministrar

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En el mensaje “Déjela Brillar” consideramos nuestra responsabilidad de hacer brillar la luz de Jesús en el mundo. A veces, Dios usa pastores poderosos para compartir el mensaje del evangelio con miles; pero con más frecuencia, El usa gente común como tu y yo para compartir Su amor con un solo individuo a la vez.

Compartir el evangelio usualmente no viene naturalmente. Tememos ofender, tememos ser rechazado, y más tememos no tener las respuestas correctas. Una porción de estos temores son perfectamente naturales. Pero nuestros temores están magnificados por el enemigo quien busca mantenernos en silencio. ¡Satanás odia que hablemos la verdad!

Dios escogió a Jeremías para ser profeta unos cuarenta años antes que Israel fue cautivo en Babilonia. Era un tiempo difícil para ser portavoz de Dios – Su mensaje no fue muy agradable. Desde sus primeros días como profeta, Jeremías fue instruido para hablar de la perdición venidera; “Desde el norte se derramará la calamidad sobre todos los habitantes del país” (Jeremías 1:14). Dios iba a disciplinar a la nación por sus muchos años de rebelión y pecado y Jeremías fue mandado a advertirles y explicar porque.

Jeremías tuvo sus propios temores de compartir el mensaje de Dios; “¡Ah, Señor mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar!” (Jeremías 1:6). Sus palabras ciertamente parece a algunas de nosotros ahora. Pero Jeremías fue obediente y puso su confianza en la promesa de Dios; “No le temas a nadie, que yo estoy contigo para librarte” (Jeremías 1:8).

Después de muchos años de proclamar el mensaje de Dios, Jeremías casi no podía soportar su vida. Nadie creía su mensaje, y en vez de arrepentirse, la gente se burlaba de el; “Por eso la palabra del Señor no deja de ser para mí un oprobio y una burla” (Jeremías 20:8). Jeremías tuvo todas las razones para dejar su llamado, pero algo maravilloso había hecho raíces en su corazón.

Jeremías 20:9
“Si digo: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre, entonces su palabra en mi interior se vuelve un fuego ardiente que me cala hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más.”

Por muchos años, Jeremías se había quedado cerca a Dios – buscando Su dirección y anhelando hacer Su voluntad. Jeremías conocía la presencia de Dios y no podía concebir una vida separada de Su Señor. A pesar de sus grandes pruebas, ahora no podía imaginar su vida sin ministrar y proclamar la Verdad de Dios!

Su Palabra nunca es una carga demasiado pesada. Pero seguiremos batallando hasta que nos acerquemos a El y que nos llenemos nuestras vidas con Su presencia. Cuando no podemos ver nada más que Su majestad y gloria, Su Palabra no seguirá siendo contenida. Solamente así brillaremos de verdad. Solamente así estaremos motivados a ministrar.

Tenga un Dia Centrado en Cristo!

Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios

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