Acerca de hace 2600 años, Dios enseñó al profeta Jeremías que significaba ser un Dios soberano. El enseñó que Su plan SERA cumplida – de alguna manera u otra. O sus hijos se sometían a Su suave guianza, o El les traería disciplina para enseñarles la necesidad de obediencia.
Aunque Dios tiene la habilidad de darnos entendimiento directamente, Su manera usual es enseñarnos a través de Su Palabra y después nos permite ver la aplicación y recibir sabiduría a través de nuestras experiencias. Para poder dar un claro entendimiento de Su soberanía, Dios dijo a Jeremías que fuera a la casa del alfarero y que esperara por Su mensaje.
Jeremías 18:3-6
“Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien. En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro? afirma el Señor. Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero.”
Jeremías entendió que Dios era el Alfarero y tenía control total sobre la forma del barro. Que locura sería para que el barro se rebelara o que se quejara; “¿Puede la vasija decir del alfarero: Él no entiende nada?” (Isaías 29:16). El Alfarero continuará moldeando el barro. Si el barro empieza a endurar en un estado no terminado, el Alfarero ama suficientemente el barro para deshacerlo, mezclarlo con agua y comenzar de nuevo.
La única manera para que nosotros lleguemos a ser todo lo que Dios desea es ceder y permanecer moldeables; no tenemos la habilidad de formarnos nosotros mismos! El Alfarero esta creando algo eternamente bello – estamos siendo “transformados según la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Oh, si pudiéramos confiar que Su proceso de moldearnos es mucho mejor de lo que nosotros jamas podríamos crear; es egoísta pensar que podemos hacerlo mejor!
Habrá momentos cuando tenemos orillas filosas que deben ser removidas. También podrían haber momentos cuando necesitamos ser quebrados para que el proceso de moldear puede comenzar de nuevo. Pero tenemos que confiar en el Alfarero y creer que los resultados valdrá cualquier dolor o molestia; “De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros” (Romanos 8:18).
Nuestro Padre Celestial esta en completo (y amoroso) control. Llenémonos diariamente con Su Espíritu y dediquemos nuestras vidas a Su proceso de formación – un proceso que sin duda durará una vida! Permanezcamos moldeables como barro y cedamos a la formadora mano del Alfarero.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios