Después del nacimiento de Jesús, llegaron tres magos a Jerusalén y preguntaron, “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” (Mateo 2:2). Cuando el Rey Herodes oyó esto se puso muy turbado. Herodes había sido nombrado Rey de los Judíos por el gobierno Romano; pero solamente era parcialmente Judío y no fue muy bien aceptado por la gente.
El Rey Herodes sabía de las escrituras Judías y como la gente estaba esperando un mesías; “y el principado sobre su hombro” (Isaías 9:6). El había oído las palabras del profeta quien contó donde iba a nacer el nuevo líder; “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel” (Miqueas 5:2). Herodes vió las noticias de este líder nuevo como una gran amenaza. ¿Como afectaría esto su derecho de ser rey? ¿Perderá poder? prestigio? control?…comodidad!?
No podía soportar el dolor potencial y por eso decidió tomar acción.
Mateo 2:16
“Mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores.”
Muchas personas ahora no son tan diferentes que Herodes. Aún cuando reconocemos a Jesús y vemos claramente nuestra necesidad, tememos la perdida de nuestra habilidad de dirigir nuestro propio camino – a controlar nuestro propio destino. Quiza no tomemos paso para destruir a Cristo, pero el solo pensar de rendir control completo a Cristo parece insoportable. De alguna manera, hemos sido enseñado que la sumisión equivale al fracaso y comodidad reducida; pero la realidad es que el “exito” verdadero solamente se encuentra en Cristo, y comodidad verdadera solamente se obtiene a través de ser liberado del poder del pecado y las distracciones de este mundo.
Jesús era – y siempre será – una gran amenaza a aquellos que insisten en sentarse en un trono. Aquellos que intentan entrar a una relación con Jesús mientras sigan tratando de mantener su “derecho a gobernar” nunca lo conocerán verdaderamente, y ciertamente nunca experimentarán Su paz.
Jesús se dará a Si mismo a “todo el que cree en él” (Juan 3:16). Pero en cambio, El espera nuestra devoción total: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30). A El le damos alabanzas apropiadas – alabanzas que El merece – solamente de la manera que nos sometemos y le exaltamos encima de todo lo demas; “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30).
Mientras celebramos el nacimiento de nuestro Salvador, aseguremonos que nuestra relación con El está en linea con el plan de Dios. El es el legítimo Lider y Rey – el Salvador y Señor! Confiemos en El y alabemosle a El con todo nuestro corazón y neguemos el ser amenazados por Su derecho de dirigir. Decidamos una vez y por siempre a renunciar el control y bajemos nuestro ser orgulloso del trono.
Tenga un Dia Centrado en Cristo!
Steve Troxel
Ministerios La Palabra Diaria de Dios